Ave relativamente abundante en la parte sur de su zona de distribución, que de Magallanes y Tierra del Fuego se extiende hacia el Norte hasta Aconcagua en calidad de residente y hasta Atacama como visitante de invierno, el Diucón se va poniendo más escaso a medida que se aleja de las tierras australes. Vive tanto en la costa como en el Valle Central y la precordillera hasta unos 1.500 metros de altura.
Durante los meses de invierno se desplaza hacia el Norte en busca de climas más templados, llegando en esa época a las provincias centrales en número tan considerable como para hacerlo no menos abundante que el Zorzal, y apareciendo algunos ejemplares aun en los jardines de Santiago y otras ciudades, mientras otros siguen hasta Coquimbo y Atacama.
Visto por encima con su traje gris uniforme, el Diucón se parece a una Diuca, de lo cual se deriva sin duda su nombre de «Diucón», pero mirándolo más de cerca se nota inmediatamente su afinidad con los Cazamoscas y especialmente con el género de las Dormilonas. De éstas se distingue por su mayor tamaño, la ausencia de la mancha occipital y, muy especialmente, por el color rojo del iris.
El Diucón se alimenta principalmente de insectos, muchos de ellos de carácter altamente nocivo, pero también come en pequeña proporción frutas silvestres, guindas y uvas. En general se le debe considerar muy beneficioso para la agricultura.
El nido es de tipo taza, bien construido de palitos y pastos tiesos y forrado con líquenes, musgos o lana, colocándolo de preferencia en pinos o arbustos floridos, generalmente entre dos y tres metros del suelo. Sitios favoritos son los bordes de los bosques o plantaciones al alcance de la luz y del sol, pero en terrenos más abiertos busca el abrigo de los matorrales, lechos vegetados de arroyos, etc.
En las provincias centrales la postura se realiza en octubre, pero más al Sur, armonizando con el clima más frío y húmedo, se retrasa hasta diciembre y aun enero.