LECHUZA

(Tyto alba)

Fig. 1
Fig. 2

Sin llegar a ser abundante en ninguna parte de su zona de distribución, la Lechuza blanca se encuentra en calidad de ave residente por todo Chile desde Arica hasta Magallanes, exceptuándose únicamente las cordilleras altas. Vive tanto en el campo como en las cercanías de los pueblos y ciudades, adaptándose al ambiente con sorprendente facilidad. La especie a que pertenece es una de las de mayor extensión geográfica conocida, logrando sostenerse sin dificultad en todas partes del mundo a excepción de Australia y Polinesia, donde es reemplazada por un género afín.

El color casi blanco por debajo y crema amarillento por encima, unido al gran disco facial redondo blanco con aureola de color ladrillo, distingue de inmediato a esta Lechuza de todas las demás Rapaces nocturnas, y explica, sin duda, el origen del nombre «cara de mono» por el cual es conocida entre los campesinos. Al volar emite de vez en cuando un silbido áspero, pero en la proximidad del nido es más frecuente un chillido agudo o un grito parecido al de la Gallina ciega.

Ave estrictamente nocturna, pasa el día entero durmiendo en algún escondite oscuro, como ser los huecos de los árboles, entre el techado de los edificios auxiliares de los fundos, en el interior de los muros gruesos o – sitio favorito cuando fija su domicilio en las ciudades– en las torres de las iglesias. A la llegada de la noche despierta, sale de su escondite y se lanza con vuelo tambaleante y silencioso en busca de su comida que comprende en un noventa y tanto por ciento pequeños roedores, especialmente toda clase de lauchas y ratones, y el resto, de avecitas chicas con uno que otro sapo o rana para variar el menú.

En contraste con el Tucúquere es de disposición soberbia y no se domestica nunca.

La Lechuza blanca anida en la misma clase de sitios que usa de escondites durante el día y es bien sabido su predilección para fijar su domicilio criar su familia en las torres de las iglesias. En el campo, en cambio, escoge casi siempre las ramas o troncos huecos de los árboles.

Pone generalmente en octubre o noviembre de cinco hasta, a veces, once huevos blancos, redondeados y ligeramente brillosos.

En las imágenes aparece una adulta con una juvenil atrás, que es más blanca.

La Lechuza y la Luna.
Mayda Alejandra Villalta

Qué triste está la Lechuza,
porque no puede volar!
¡Hay sus espejuelitos,
ya los tiene que cambiar!.
“Entre señora Luna,
a mi cueva”, suplicó,
pero la Luna dormía,
y a su amiga no escuchó.
Y cuando el sol despertó,
a la reina de la noche,
la lechuza, sin reproches,
al astro sol saludó.

Fig. 3
Fig. 4
Fig. 5
Categoría(s):
Ciudades y Pueblos
Dónde observar:
· ·
Cuándo observar:
Residente