CHINCOL

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Fig. 1
Fig. 2
Fig. 3

El Chincol es, sin lugar a dudas, una de las aves más abundantes y mejor conocidas en todo Chile, estando representado por una u otra de sus cinco razas por todo el territorio de la República, desde la frontera con el Perú hasta el cabo de Hornos.

La presente y más numerosa raza es la que se encuentra en toda la extensa zona entre el Norte de Atacama (Copiapó) y las Islas Guaitecas, exceptuando únicamente las cordilleras sobre 2.000 metros, donde es reemplazada en el sector norte (Atacama hasta Aconcagua) por el Chincol andino (Z. capensis sanborni); y en el sector sur, por el Chincol austral (Z. capensis australis). Raza netamente chilena, no se la encuentra en ningún otro país.

Un poco por el estilo del Gorrión, pero más chico y de estructura más liviana, el Chincol se distingue con mayor facilidad por la combinación de colores de la cabeza y el cuello. Sobre un fondo gris la cabeza presenta una raya negra que, partiendo de la región del pico, pasa por los costados superiores hasta la nuca, donde se junta con un anillo transversal o collar de color castaño que después de rodear el cuello se ensancha hacia adelante por ambos lados. La hembra tiene colores levemente más apagados y las plumas de la corona no son eréctiles. Los juveniles tienen el pecho jaspeado y las líneas de la cabeza se van marcando a medida que madura.

Ave amistosa, el Chincol llega hasta los jardines, plazas y huertos con toda confianza, construyendo allí mismo su nido y alegrando el ambiente con su canto dulce y melodioso, aunque un tanto monótono, pues consiste solamente de cuatro notas que repite hasta el cansancio. Suena como: “Has visto a mi tío Agustín?”

Desgraciadamente, en los últimos años ha tenido que ceder terreno en las ciudades y pueblos ante la mayor pujanza y agresividad de su competidor importado, el Gorrión europeo, pero en el campo y en los cerros se mantiene siempre tan numeroso como en sus mejores tiempos.

Se ha dicho que es dañino para los cultivos, pero si bien es cierto que algún perjuicio causa al comer almácigos recién sembrados, en cambio no hay duda alguna de que hace un bien mucho mayor por la cantidad de insectos nocivos que destruye y las semillas de malezas que come.

El Chincol empieza a poner en septiembre y suele sacar por lo menos dos y a veces hasta tres crías en el año; el nido lo coloca en cualquier arbusto, árbol chico, matorral o pastal, generalmente a uno o dos metros de altura, pero de vez en cuando en el mismo suelo escondido entre el pasto. Es construido de pastitos y forrado con gran variedad de substancias vegetales blandas. Pone casi siempre tres huevos, pero a veces cuatro y muy ocasionalmente cinco: sobre un fondo verde pálido pintas, manchas y a veces anillos que varían bastante en cantidad e intensidad desde café obscuro hasta café-lila.

Muy conocido y apreciado entre el pueblo, el Chincol fue objeto de varios refranes y versos, destaco un poema de nuestro premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda:

Chincol

Me despertaste ayer, amigo,
Y sali para conocerte:
el universo olía a trébol,
a estrella abierta en el rocío:
quién eres y por qué cantabas
tan íntimamente sonoro,
tan inútilmente preciso?

Por qué sabía el surtidor
con la exactitud de tu trino,
el reloj de una gota de agua,
tu pequeño violín fragante
preguntándole a los ciruelos,
al manantial indiferente,
al color de las lagartijas,
preguntando preguntas puras
que nadie puede contestar?

Apenas te vi, pasajero,
músico mínimo, tenor
de la frescura, propietario
de la pureza matutina,
yo comprendí que devolvías
con tu pequeña flauta de agua
tantas cosas que habían muerto:
tantos pétalos enterrados
bajo las torres del humo,
en el gas, en el pavimento,
y que con tu acción de cristal
nos restituyes al rocío.

Fig. 4 - Juvenil
Fig. 5 - Panorámica
Categoría(s):
Ciudades y Pueblos
Cuándo observar:
Residente