El “Cuervo negro”, “Pato yeco” o más correctamente “Cormorán negro», es ave acuática de una adaptabilidad verdaderamente asombrosa, pues vive y se mantiene en calidad de ave residente indistintamente y por igual en los ríos y mares tropicales del Brasil, Venezuela, Colombia países centro-americanos, en las aguas frías de la corriente Humboldt, la gunas no menos frías de la alta cordillera de los Andes, y en los estuarios canales, ríos y lagunas de la región magallánica.

En Chile, aunque especialmente abundante en la zona comprendida entre Concepción y Llanquihue se puede decir que vive literalmente por todas partes, pues se le ve por toda la costa desde Arica hasta Magallanes y Tierra del Fuego, y en casi todos los ríos y lagunas, sin exceptuar aun las de la más alta cordillera.

El aspecto general de los Cormoranes se puede apreciar muy bien en las imágenes; la presente especie se distingue inmediatamente de todas las demás por ser totalmente negra. En el ave inmadura este color negro, que tiene fuerte brillo metálico, es reemplazado por el café oscuro.

Aunque, perfectamente capaz de mantenerse en agua salada, este Cormorán demuestra marcada preferencia por los ríos y lagunas, y cuando estas se encuentran cercanas a la costa, es cosa corriente verlo al atardecer volando rio arriba en pequeños grupos en demanda de sus colonias de nidificación o simplemente para ir a dormir en los árboles de sus orillas. De vez en cuando se lo ve volando por sobre tierra, pero casi siempre sique los cursos de los ríos para no alejarse del agua. Su alimentación es base a peces en su casi totalidad, pero tampoco desdeña los pequeños crustáceos. Nada muy bien, tanto en la superficie como debajo del agua a la caza de los peces, al zambullirse da un pequeño salto semejante al de las Hualas. Cuando está en la superficie nada tan bajo que no se ve más que la cabeza, cuello y la parte alta del dorso. A menudo se junta en grandes bandadas.

En marcado contrasto con las demás especies chilenas, este Cormorán anida casi siempre en árboles. Los nidos son muy voluminosos, hechos bastante a la ligera, de palos secos con escaso forro de raíces o pastos y colocados en grupos cerca de las cimas de árboles enfrentando ríos o lagunas. El excremento es tan fuerte que primero blanquea y en seguida mata a los árboles donde van colocados los nidos y, huelga decir, el olor en los alrededores de las colonias se deja notar desde gran distancia. La nidada es de 3 6 4 huevos; son blancos, calcáreos y mucho más angostos que huevos de pato. Los pichones están cubiertos de plumilla negra y, como todas las crías de esta familia de aves, reciben su alimentación mediante la regurgitación de la comida semidigerida de sus padres. Las colonias son llamadas por la gente de campo «palomeras de yecos».