TENCA

(Mimus tenca)

Fig. 1
Fig. 2

Al igual que el Zorzal, la Tenca es ave común y residente desde el norte de Atacama (Copiapó) hasta Valdivia, pero en contraste con aquél no sigue más al Sur.

De corte más delgado, se distingue por su colorido más claro, pico negro en vez de amarillo y sobre todo por su cola tanto más larga y bordeada totalmente de blanco.

Sus costumbres también son muy diferentes, pues por regla general se acerca menos a los jardines y campos cultivados, sino que prefiere buscar su alimento en el suelo entre los arbustos silvestres de las laderas de rulo. Es frecuente verlas en parejas en los caminos rurales, alimentándose de lo que cae de los camiones que transportan grano.

Mientras el Zorzal siempre busca escondite entre los follajes más tupidos, a la Tenca le encanta pararse en la cima de la ramita más alta de los alrededores, balanceándose con dificultad con la ayuda de su larga y aparentemente desequilibrada cola. Cuando vuela lo hace no bajo y casi furtivamente como el Zorzal, sino en alto y planeando a menudo como un avión.

Su canto es francamente superior al del Zorzal, más dulce, más variado y con una facilidad para imitar las notas de otros pájaros verdaderamente admirable.

El nido es mucho menos oculto que el del Zorzal, pero en cambio, por los sitios que elige, como ser la bifurcación de las ramas de espino, de trevo o aun muchas veces de quisco (cactus), va muy bien defendido por las largas y numerosas espinas que llevan estas plantas. El nido también tiene su protección de palitos espinudos, pero es menos hondo que el del Zorzal y forrado con lanas y musgo.

La Tenca empieza a poner un poco más tarde, generalmente temprano en noviembre, siendo la nidada normal de tres huevos con cuatro de excepción, pero a veces sólo dos. Los huevos son similares a los del Zorzal, pero un poco más chicos y con las pintas más rojizas, tiradas a purpúreo.

Así veía Pablo Neruda a la Tenca:

Tenca

Voló la tenca cola larga
vestida como una tijera:
se paró en un hilo, escuchó
la voz profunda del telégrafo,
el pulso azul del alambre:
oyó palabras, besos, números,
rápidos pétalos del alma,
sólo entonces lanzó su trino,
soltó un estero transparente
y desgranó su desvarío.

Tenca, no aprendí tu lección
de vuelo y canto y pensamiento:
todo lo aprendí del humo,
de la humedad, del silencio:
no supe bailar y volar
sobre la hermosura del peumo,
sumergir el alma en los boldos,
transcurrir silbando en el viento:
no supe tu sabiduría,
la velocidad de tu trino,
la república de tu canto.

Juro aprender cuanto profesas:
saber cruzar como una flecha,
estudiar las secretas sílabas
del aire libre y de las hojas,
cantar con el agua y la tierra
y establecer en el silencio
una cátedra cristalina.

Fig. 3
Fig. 4
Fig. 5
Cuándo observar:
Residente