Entre las rapaces chilenas el Aguilucho es, sin duda, una de las que se ve en mayor número en un territorio más extenso, pues su zona de distribución se extiende desde Arica hasta Magallanes y Tierra del Fuego y desde unos 4.000 metros en la cordillera hasta orillas del mar.
La identificación segura del Aguilucho está rodeada de dificultades, pues el plumaje varía enormemente, no sólo según la edad, sino también por las fases claras u oscuras, melánicas o ferruginosas, que se presentan a menudo. En el plumaje que se puede considerar normal o típico, toda la cara inferior desde la garganta hasta el abdomen es completamente blanca, y la superior gris pizarra con una ancha mancha rufa en el dorso en el caso de la hembra. Probablemente la única forma segura de distinguir a esta especie y evitar confusiones con ejemplares del o, desde Malleco al Sur, con el Aguilucho de cola rojiza es por medio de la cola que, aun en las fases más distintas, es siempre blanca y, desde el segundo año para adelante, con una ancha banda subterminal negra.
Al igual que el Águila, el Aguilucho depende para su alimentación de los resultados de la caza, siéndole igualmente aceptables los mamíferos, pajarillos, reptiles o aun caracoles. Se ha comprobado, no obstante que en su dieta existe franco predominio de ratones y lauchas.
El Aguilucho anida siempre en los riscos, construyendo un voluminoso nido de palos secos, por el estilo del Águila, pero más chico. Los huevos, casi siempre en número de dos por nidada, son blancos con escasas pintas rojizas. La postura empieza en septiembre en las provincias nortinas y aproximadamente un mes más tarde en la región central.