De los Carpinteros chilenos, el Pitío es sin lugar a duda el más común. Se le encuentra en sitios apropiados a sus costumbres desde el Sur de Coquimbo hasta las Islas Guaitecas y el Aysen, habitando tanto la región de la costa como el Valle Central y la precordillera hasta unos 2.000 metros, y aumentando considerablemente en número desde el Bío-Bío al Sur.

Más grande que el Zorzal y con el pico mucho más largo, el Pitío se distingue con facilidad por su vuelo bajo, pesado y muy ondulado, como también por su grito fuerte y resonante, emitido generalmente durante el vuelo, que parece decir «Pitíu-pitíu-pitíu»

Representante del Grupo de Carpinteros que buscan su alimento de gusanos, larvas, etc., en gran parte en el suelo, prefiere los faldeos y campos abiertos o escasamente arbolados a los grandes bosques o selvas; en las regiones forestales se le ve principalmente a orillas del terreno limpiado o en las partes donde van brotando los renuevos de roces anteriores.

Estas costumbres se reflejan también en su nidificación, pues en lugar de respetar la tradición inmemorial de los Carpinteros y fijar su residencia en el interior de algún tronco o rama de árbol, el Pitío anida solamente por excepción en esos sitios, prefiriendo casi siempre los barrancos, laderas escarpadas de quebradas, cortes de obras camineras, etc., cavando en ellos una cueva profunda por el estilo del Martín Pescador.

En la zona central la construcción de la cueva comienza temprano en septiembre, pero más al Sur se retrasa hasta fines de octubre o noviembre. La nidada normal es de cinco o seis huevos.