El Mirlo que compartía con el Pato rinconero la triste fama de ser las únicas aves totalmente parasitarias, hasta 2010 en que aparecen los primeros registros de Mirlo de pico corto, también parasitario.
El macho, con su plumaje totalmente negro se parece mucho a un Tordo común chico, o al Trile, quitándole la franja amarilla de las alas; sin embargo, al verlo de cerca se nota que el negro de su plumaje tiene un fuerte brillo metálico purpúreo en lugar del negro aterciopelado de aquél. La hembra es muy diferente, de colores muy modestos con predominio del café, pareciéndose más bien a un Gorrión hembra.
El Mirlo prefiere por lo general los campos abiertos y terrenos cultivados, especialmente donde hay ganado, vacuno o caballar, pero se lo encuentra también en los faldeos de los cerros, lechos de ríos y en las proximidades de los pajonales. Frecuenta jardines y parques.
Lo más notorio de esta ave, como ya se ha indicado, son sus costumbres parasitarias de nidificación. Aquí bastará decir que los machos son francamente polígamos, que las hembras son más abundantes que los machos, que cada hembra pone gran número de huevos y los coloca, si no al azar, por lo menos sin mayores cuidados en los nidos de otros pajarillos, especialmente en los de la Diuca y Chincol.
El Mirlo pone uno, dos, tres y hasta cuatro huevos en un mismo nido, pero suele echar del nido uno, dos o aún hasta el total de los huevos de legítimo dueño para hacerle cabida a los suyos.
La Fig. 6 muestra una Diuca alimentando un polluelo de Mirlo, Matanzas 2014.