CHIRIHUE

(Sicalis luteola)

Fig. 1
Fig. 2

Después de la Diuca, el Chirigüe es probablemente el ave más abundante de Chile. Se le encuentra en todas partes y en toda época del año desde Atacama hasta Chiloé, Aysen y las Islas Guaitecas, pero, al igual que el Jilguero, no sube más allá de unos 1.500 metros en la cordillera.

La gente de campo reconoce al Chirigüe por su pecho y vientre amarillentos y por su cantito musical. Viéndolo de frente, podría ser confundido con el Jilguero, pero las diferencias entre uno y otro son bien marcadas y han sido explicadas ya al describir esta última especie.

En contraste con el Jilguero, el Chirigüe es ave de los campos y prados abiertos, alimentándose principalmente de las semillas de las malezas que en ellos crecen, y anidando siempre en el suelo. Su canto es mucho menos variado que el del Jilguero, pero más seguido. En primavera los machos se lanzan al aire para bajar en seguida planeando y cantando por el estilo de la Dormilona chica, pero continuando el canto por un buen rato después de haber descendido.
Pasada la época de nidificación que se prolonga desde septiembre hasta marzo, invade los campos en grandes bandadas que, sin hacer ningún daño, alegran el ambiente con sus colores agradables y música ligera.

El nido es de construcción relativamente suelta, formado de pastos con forro del mismo material entremezclado con crin y escondido en el pasto, entre las malezas o debajo de alguna planta como cardo, zarzamora u ortiga. Pone de tres hasta cinco huevos de apariencia completamente diferente a los del Jilguero, pues sobre un fondo más azul presentan abundantes pintas café-rojizas muy bonitas, las que, llegando en ocasiones a formar anillos o zonas completas de este color alrededor de la parte más ancha, convierten al huevito en una preciosura.

Chirigüe
Pablo Neruda

Ya no hay dudas, continuará
entre aire y hojas la verdura
continuará trinando el trino:
llegó el sonoro delegado,
llegó, dejando caer
su mínimo peso amarillo
como un limón que desgranaba
entre vuelo у ala el rocío,
el agua errante que canta,
las circunstancias melodiosas.

Descendió planeando en el aire
y chisporroteaba su trino
como si fuera encendiendo
como si fuera cayendo
y se sostuviera en la música.

Parece que hubiera bajado
envuelto en polen, de la rama,
y hubiera dejado fragante
el aire que siguió temblando
cuando trinó su desvarío
y sus noticias de cristal.

Fig. 3
Fig. 4
Fig. 5
Dónde observar:
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Cuándo observar:
Residente