Diuca

(Diuca diuca)

Fig. 1
Fig. 2
Fig. 3

Si conceptuamos «abundancia» en términos del número de individuos que habitan un espacio o territorio determinado, entonces la Diuca es, sin lugar a dudas, el ave más abundante en toda la extensa zona comprendida entre el Sur de Coquimbo y Aysen, pues exceptuando únicamente las regiones cordilleranas que pasan de 1.500 metros, se le encuentra literalmente en todas partes y en toda época del año. Habita también el lado oriental de los Andes desde la provincia argentina de Mendoza hasta Patagonia, pero al igual que aquí sin internarse mucho en la cordillera.

La Diuca es ave tan conocida que casi no necesita descripción: basta decir que tiene el corte típico de los Fringílidos y que lleva traje gris por todas partes a excepción de la garganta y el abdomen, que son blancos, pero separados por una franja gris que atraviesa el pecho. Cuando vuela demuestra generalmente, aunque no siempre, un ribete blanco en los bordes de la cola. En las hembras y las aves del año, el traje gris es reemplazado en parte por tonos oscuros.

La Diuca vive por igual en los campos y pueblos, cerros y quebradas, regiones abiertas y regiones forestales, en los jardines y plazas de las ciudades y en las más apartadas soledades de la montaña donde el hombre rara vez penetra. Durante el invierno se junta en grandes bandadas, a veces solas y otras veces en compañía de otras aves como Tordos, Loicas o Triles. Ave por regla general beneficiosa a la agricultura, pero que come también en ocasiones las plantas nuevas y semillas de las hortalizas, es objeto de una persecución infundada de parte de los cazadores, no obstante, la cual logra mantener su número sin ninguna dificultad.

La época de la postura empieza en septiembre, alcanza su máximum en octubre y noviembre y termina recién en febrero. El nido, hecho de pastos y fibras de raíces y forrado con lana o material vegetal blando es similar al del Chincol, pero bastante más grande; va colocado en cualquier arbusto, mata o árbol chico que esté a la mano, pero nunca, como sucede a veces con el Chincol, en el suelo. La nidada es casi siempre de tres huevos.

Sobre un fondo azul-verdoso pálido los huevos se ven profusamente cubiertos de pintas y gruesas manchas café verdoso y café oliváceo, sin indicios del tinte rojizo que caracteriza a los huevos de los Chincoles. Es esta ave la víctima favorita del parásito Mirlo de pico corto.

Diuca
Pablo Neruda

Para la misa, con su manto,
sube la suave sentadita,
sube la pulcra de atavío,
perfectamente gris y blanca,
perfectamente clara y cuerda,
vuela bien peinada y vestida,
para que no se arrugue el aire,
tiene tantas cosas que hacer:
inspeccionar las amapolas,
dirigir las crueles abejas,
interrogar al rocío,
hasta que toma la guitarra
y se pone a trinar trinar.

Fig. 4
Fig. 5
Fig. 6