Muy abundante desde Coquimbo hasta Aysen y ocasional en Atacama y el territorio magallánico, esta Tórtola es, sin duda, el ave de caza chilena por excelencia. Se la encuentra por igual en todas partes del Valle Central, en la zona de la costa y hasta unos 2.000 metros en la cordillera de los Andes.

De color gris y de tamaño algo menor que la Paloma doméstica, la Tórtola común puede ser identificada con seguridad al momento de volar por el ribete blanco que ostenta a los lados y en la punta de la cola.

No obstante, la matanza anual que debe contarse por millares de ejemplares, esta especie logra mantenerse gracias a su extraordinaria fecundidad. En las provincias centrales anida principalmente en la precordillera y en la cordillera de la costa, prolongándose la temporada desde octubre hasta febrero y sacando en ese lapso por lo menos dos y más a menudo tres crías distintas. Más al Sur la temporada de nidificación empieza en diciembre y termina en marzo. A la entrada del invierno, los adultos se juntan con sus crías para formar grandes bandadas que empiezan a moverse de una localidad a otra dentro de su extensa zona de distribución, y presentando a fuerza de su mismo número un blanco que los cazadores difícilmente pueden errar.

Para anidar escogen cualquier arbusto o árbol chico, a poca distancia del suelo, de preferencia en las cercanías del agua, construyendo una plataforma de palitos secos tan rudimentaria que causa extrañeza que los huevos no se caigan con las llegadas y salidas del ave. La nidada es siempre de dos huevos blancos, medianamente brillosos sin mayor interés.